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C.R.E Argentina y el desafío de responder a emergencias en minería

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    Fuerza Minera
  • hace 13 minutos
  • 3 Min. de lectura

Desde CRE Argentina analizan por qué la alta montaña y la Puna representan algunos de los escenarios más complejos para las brigadas de emergencia mineras y cómo el entrenamiento especializado se vuelve un factor clave para proteger vidas y garantizar la continuidad operativa.

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La minería en alta montaña y en la Puna expone a las brigadas de emergencia a escenarios que superan ampliamente una respuesta convencional. Clima extremo, altitud, aislamiento y limitaciones en la comunicación convierten cada intervención en un desafío técnico y humano de máxima exigencia.


En proyectos metalíferos se trabaja a más de 2.000 metros por debajo de la montaña, mientras que en la Puna las operaciones alcanzan casi los 5.000 metros sobre el nivel del mar, una combinación que impacta directamente en los tiempos de respuesta y en el rendimiento físico y cognitivo de los brigadistas.


La accesibilidad limitada (con caminos de difícil transitabilidad, pendientes pronunciadas y señalización reducida) dificulta el ingreso de vehículos de emergencia y, en muchos casos, obliga a realizar rescates a pie o con apoyo aéreo, especialmente cuando la ayuda externa puede encontrarse a cinco o seis horas de distancia.


A esto se suman condiciones climáticas extremas y un fuerte aislamiento geográfico, que prolongan las evacuaciones médicas y obligan a resolver gran parte de la atención en el lugar del incidente. En este escenario, la comunicación agrega un nivel adicional de dificultad para coordinar acciones y transmitir información clave.

Frente a este contexto, el entrenamiento especializado deja de ser una opción para convertirse en una necesidad. Desde CRE Argentina explican que la formación de brigadas se estructura a partir de planes anuales de capacitación y simulacros, basados en estándares internacionales como los de la National Fire Protection Association (NFPA). Normas como NFPA 600, 1410, 1561 y 1600 establecen criterios para la organización, el entrenamiento y la gestión de incidentes en brigadas industriales y de emergencia.


Estos programas se complementan con manuales internacionales, como el de Ontario Mining Rescue, y con capacitaciones continuas que incluyen rescate técnico vertical, manejo prehospitalario, emergencias químicas y atención en terrenos agrestes. En minería metalífera, por ejemplo, se trabaja con sustancias como el cianuro, mientras que en el litio se utilizan distintos ácidos, lo que incrementa la complejidad de la respuesta.

 

La preparación física también ocupa un lugar central. Los brigadistas deben cumplir estándares de aptitud física controlados por servicios médicos, con rutinas específicas y entrenamientos obligatorios, para poder operar de manera segura en altura y frío extremo. A esto se suman habilidades clave como el trabajo en equipo, la comunicación efectiva, la gestión del estrés y la resiliencia psicológica, incluyendo la formación en primeros auxilios psicológicos.


A diferencia de un rescate urbano (definido como aquel que se realiza a menos de una hora de un centro de atención definitiva), las emergencias en proyectos mineros de alta montaña requieren mayor autonomía, planificación y resistencia. Si bien el entorno suele ser más controlado y sin público alrededor, la respuesta es mucho más técnica y dependiente de protocolos previamente definidos.


En este sentido, la planificación previa resulta determinante. La elaboración de matrices de riesgo, planes de evacuación, centros de comando independientes y simulacros periódicos permite transformar una crisis potencial en una situación controlable, reduciendo daños humanos, ambientales y reputacionales. Además, responde a obligaciones legales como las establecidas en el Decreto 351/79 de Higiene y Seguridad en el Trabajo, que exige la formación de personal entrenado en primeros auxilios y lucha contra incendios.


Desde la experiencia de CRE Argentina, el entrenamiento especializado en alta montaña y Puna no solo mejora la seguridad y la eficiencia operativa, sino que constituye un pilar estratégico para la minería en cordillera. Invertir en capacitación significa reducir riesgos, aumentar la productividad y, sobre todo, proteger la vida de quienes trabajan en algunos de los entornos más hostiles de la industria.


Fuente: Fuerza Minera y C.R.E Argentina

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